Artesanías sobre ruedas. Impulsados por la nostalgia, son cada vez más
los aficionados que se deciden a convertir viejos coches en verdaderos
baluartes de cuatro ruedas.
“Todo tiempo pasado fue mejor”, dice el conocido refrán. Si hay un ambiente en
el que esta frase se repite mucho es en la comunidad de adeptos a los coches
antiguos.
Se trata de autos que, además de llevar muchos años encima, están cargados de
historias. Esto los convierte en modelos valiosos, añorados por muchos y
buscados por cada vez más personas.
Un claro ejemplo de esto es el incremento de la cantidad de clubes: hasta hace
20 años atrás eran sólo tres a nivel país, y hoy superan los 40. Así lo entiende
Alejandro Daly, presidente del Club de Automóviles Clásicos de la República
Argentina, (CAC), con sede en Buenos Aires: “Hay un interés por los autos que
uno vio desde chico, la mayoría de fabricación nacional. También están aquellos
modelos de nivel internacional, a los que uno aspiraba y que, a pesar del
tiempo, no se renunció a poder tener algún día”, dice.
Lo más original posible
Decir que por ser viejo un auto es ya un clásico es algo que todo entendido de
esta pasión quiere separar y aclarar. “Técnicamente, para que un auto sea
considerado clásico tiene que tener más de treinta años y no ser de uso diario.
Esa es la determinación internacional”. Eso nos explicó el presidente del Club
de Autos Clásicos ante la consulta sobre qué modelos pueden entrar a ese
Club.
Así, un coche modelo 83 (independientemente de su marca y origen) puede
catalogarse como clásico. Para ello, el auto debe preservarse lo más cercano a
su estado genuino. “La originalidad es algo clave, lo cual no quiere decir que
no se pueda rehacer una pieza, siempre que se respeten las cualidades
originales. No son considerados clásicos aquellos coches a los que se les
colocan ruedas o llantas que no corresponden o pintura fuera de época”, sostuvo
el especialista.
De hecho, tan valorable es la originalidad que hay coches a los que los
coleccionistas prefieren no alterar, pese a su desgaste por el paso del tiempo;
ello también es valorado, y hasta premiado. “En Autoclásica, la exposición más
grande de Sudamérica, la cual es organizada por el club que presido hace cinco
años, hay un premio que reconoce a los autos que no han sido restaurados. Por
ejemplo, el auto puede tener la pintura quemada o gastada, pero es la pintura
de cuando se lo compró en el año 1951. Es decir, todo tiene su encanto y, en
este caso, es vano volver el reloj para atrás”, relató Alejandro Daly.
De chatarra a obra de arte
La pasión por los coches antiguos tracciona, además de la mayor presencia en
los clubes, diferentes actividades afines. La de mayor auge es la restauración
de coches. Así fue que llegamos hasta Guillermo Watson, un exhobbista cordobés
de coches antiguos que decidió reorientarse a esta actividad.
Hoy, su tarea es trabajar sobre los autos viejos que le lleva su clientela. “En
estos momentos, tengo un Ford T de 1937 y un Mustang del ‘75”, nos comentó. Una
vez que llega el coche a su taller, empieza la investigación y el posterior
trabajo artesanal sobre el auto: “Lo primero que hago apenas recibo uno es
buscar su bibliografía, para entender su historia. Una vez que averigüé todo,
lo desarmo completamente y me pongo a buscar las piezas faltantes. La pintura y
el cromado de piezas es la última etapa, que se realiza con el auto ya armado
nuevamente”, explicó Watson, que comparte su taller ubicado en barrio Los
Paraísos con un socio.
Buscando repuestos
Parte del trabajo del restaurador consiste en conseguir las piezas faltantes de
los autos. “Las piezas mecánicas se consiguen en Argentina sin problemas, y las
partes de la carrocería que no se consiguen se fabrican. Las partes muy
específicas de acabado se traen desde Estados Unidos. Allí, se consigue de
todo”, sostuvo Watson.
Con respecto a los tiempos de sus trabajos, el especialista comentó que depende
en gran parte del dinero que disponga el cliente, aunque no dio precisiones
sobre costos. “Es variado el nivel de mis clientes: hay gente que lo hace a
pulmón, viene y me dicen que tal mes le haremos tal cosa al auto, es decir, lo
van haciendo por partes. Otros, en cambio, quieren tenerlo rápido”, enfatizó.
Donde no hay distinción, independientemente del modelo y de los costos que se
manejan, es en el uso final del producto acabado. Según explicó el mecánico, la
mayoría de los autos que restaura van a museos, colecciones privadas o se usan
sólo para salir a dar una vuelta los días domingo.
Los tipos de clásicos
Es amplio el abanico de los modelos que pueden catalogarse como antiguos e
ingresar, según su estado de originalidad, a la categoría de clásicos. No
obstante, hay, a grandes rasgos, tres diferentes grupos en los cuales estos
coches se encasillan. Según coinciden desde diferentes clubes que agrupan este
tipo de rodados, se puede hablar de una categoría de marcas populares, como es
el caso de algunos modelos de la marca Fiat, Ford, Chevrolet y el Renault
Torino. Otro grupo es el de los vehículos de origen norteamericano, como el
Corvette y el Mustang. En tanto, una tercera franja, la más exclusiva de todas,
se conforma por modelos de origen inglés, como es el caso de Jaguar y el
Rolls-Royce, por nombrar sólo algunos.
El precio de la historia
El precio de estos baluartes de cuatro ruedas se determina por muchísimos
factores. Según el presidente del Club de Automóviles Clásicos (CAC), “cuantas
menos unidades se hayan fabricado, el valor seguramente tenderá a subir”. Otro
dato es si el coche tuvo una historia especial. “Si fue el auto de algún
personaje de relieve, tiene un plus de valor”.
El restaurador Guillermo Watson aclara que “un auto de 1910, destruido, puede
costar mucho más que un Ford A ya restaurado”.
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